Dando su lugar a la coeducación

La que les educa al margen del género femenino o masculino, es decir, la que les educa desde la desigualdad sexual, impulsando el desarrollo de su individualidad, pero sin tener en cuenta los roles que se les exige desde una sociedad sexista por ser de uno u otro sexo (Mª José Urruzola1995: 267).

«La coeducación es un modelo educativo que busca la igualdad de derechos, oportunidades, deberes, trabajo… entre mujeres y hombres» (Luixa Reizabal, 2016)

«Se trata de educar en igualdad desde las desigualdades con un objetivo muy claro: construir un mundo sin etiquetas en el que las personas estén al mismo nivel, con sus derechos y libertades » (Amelia Barquín, 2016).

Tres voces, un objetivo.

El ejemplo más común de desigualdad en el sistema educativo es el androcentrismo. Según el Diccionario de Euskaltzaindia, androcentrismo es «mirar el mundo y las relaciones sociales desde el punto de vista del hombre y no del hombre y la mujer». Trasladando esta definición al sistema educativo, el androcentrismo se materializa en una educación sesgada que sitúa al masculino como principal foco de aprendizaje. A través del lenguaje sexista, invisibilizando a las mujeres y su contribución histórica, el reparto desigual de puestos de responsabilidad entre mujeres y hombres dentro del sistema educativo, el establecimiento de deportes «masculinizados» en los espacios de ocio dentro de los centros educativos, y otras formas. El androcentrismo, además, como forma de sexismo, es mucho más sutil en la escuela mixta, donde se considera que lleva implícita la igualdad de género.

Teniendo en cuenta lo anterior, los principales objetivos que plantea la escuela coeducativa serían:

  • Integrar el saber y la aportación social e histórica de las mujeres en todas las disciplinas. Son y han sido muchas las mujeres que han contribuido a cambiar la historia y que han sido grandes referentes dentro de sus disciplinas. Recuperarlas, visibilizarlas y darlas a conocer a nuestro alumnado elimina la tendencia de género que surgía al ocultar esa parte de la realidad, pero además crea referentes femeninos para las chicas, también para los chicos.
  • Hacer un uso inclusivo de las imágenes y del lenguaje que garantice una imagen plural de las personas, al margen de roles y estereotipos de género. El uso de un lenguaje e imagen que no discrimine no sólo en el género, sino en aspectos como la cultura o la opción sexual, es un paso fundamental en la creación de una escuela coeducativa.
  • Igualdad en el currículo visible: revisión de los conocimientos básicos que se establecen para incluir esferas tradicionalmente femeninas e invisibilizadas como la ética del cuidado desde una perspectiva feminista. Asimismo, se ofrecerán modelos que superen los roles y estereotipos habituales.
  • Integrar en el centro todas las formas de la diversidad: sexo, género, clase social, cultura, país de origen, religión, opción sexual, etc.
  • Promover un uso equitativo de los recursos y espacios. La distribución y el uso de los espacios y la organización del entorno educativo también juegan un papel importante en la transmisión de valores y normas sociales. Por ello, se debe garantizar un uso equilibrado de estos espacios y recursos.
  • Prevenir la violencia contra las mujeres y promover el buen trato. La violencia es un componente estructural de nuestras sociedades desiguales. Por ello, debemos ser críticos con las relaciones basadas en esquemas patriarcales de superioridad y sumisión, y educar en los buenos tratos, desde la ética de la justicia y la ética del cuidado.